miércoles, 2 de diciembre de 2020

Nada que reprochar

Cuando el equipo lo da todo, cuando se juega hacia adelante, cuando se tiene ambición, cuando se quiere

ganar, cuando el planteamiento está dirigido en un sentido unidireccional, cuando los futbolistas terminan exhaustos, cuando cada uno da lo mejor de su repertorio, cuando la circulación es fluida y la presión es incisiva, cuando se juega con el corazón y el escudo, no hay nada que reprochar.

Si el gol no llega pero se busca, si la ocasión es frecuente, si el robo de balón es consecuencia del trabajo y no del error ajeno, si los gritos son de ánimo y no de agonía, si el latido del corazón impone el ritmo de juego, si el deseo es compañero de viaje, si el brazalete de capitán impone el valor de unos galones, si conoces y cumples los deseos de tu afición, entonces no hay nada que reprochar.

Y quizá en Salzburgo se siga secando el río, quizá nos llevemos un revolcón y nos acordemos de estos empates inmerecidos que hemos cosechado ante rusos y alemanes, quizá la agonía nos lleve a terminar exhaustos para afrontar el derbi con suficientes garantías físicas y morales, si es así y se ha jugado como en el último mes, si se ha intentado como hasta ahora y se ha creído como lo han hecho en los últimos partidos, entonces no habrá nada que reprochar.

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