viernes, 16 de septiembre de 2022

Miedo

Por primera vez en mucho tiempo siento auténtico pavor ante un partido de fútbol, y es porque, por primera vez en mucho tiempo el equipo vuelve a recordarme al de los años de plomo: inseguro, frágil y con una falta de carácter tan grande que le impide dominar el juego y fortalecerse en defensa. Al primer golpe, como ya se vio en Leverkusen, el equipo se marcha al suelo y es incapaz de levantarse.

Y si te pasa eso contra un peso medio vulgar, imagina si tienes que enfrentarte al campeón del mundo de los pesos pesados y no tú no pasas de peso mosca con complejos. Hubo un tiempo, hace mucho, en el que los derbis se perdían antes de jugar porque éramos un equipo acomplejado y falto de talento. Y hubo un tiempo, no hace tanto, en el que los derbis eran un dolor de muelas para el Madrid porque íbamos con pierna fuerte, cabeza alta y pecho erguido. Y ahora mismo, estamos más cerca de aquello que de esto.

La derrota ante el penúltimo clasificado de la Bundesliga no hizo sino ponernos de cara contra la realidad y es que este equipo no tiene los recursos suficientes para imponerse en ninguno de los partidos. Puede ganar por talento ofensivo algún partido como hizo ante el Celta, pero no tiene jugadores de jerarquía en el medio y, sobre todo, no tiene una buena pareja de centrales porque los dos titulares están más tiempo en la enfermería que en el campo y los dos suplentes son un esperpento digno de espectáculo circense.

Y el lunes a volver a aguantarlos en la oficina, la obra, el bar, el tren, la fábrica y la universidad.

Como para no tener miedo. 

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