La montaña rusa en la que nos ha montado el Atleti durante esta temporada nos tiene aturdidos, con miedo en instantes previos, con euforia en algunos descensos y con furia desmedida al final de algunos giros, porque el Atleti se ha empeñado en hacer de un tobogán su temporada, de un doble loop sus partidos y de un final inesperado sus pronósticos.
Porque igual se puede ganar en Valencia y Sevilla que no ser capaz de hacerle un gol al Brujas en dos partidos, porque se puede ser un titán en Bilbao y, a los tres días, ser un gatito inofensivo contra un Rayo capaz de ponerte contra la cuerdas y ser merecedor de llevarse el partido, porque hemos jugado en liga en campos infernales y no hemos perdido ninguno mientras no hemos sido capaz de ganar en los campos del decimocuarto de la Bundesliga y el tercero de la liga belga.
Por eso estamos expectantes, y muertos de miedo también, ante el crucial choque del miércoles ante el Bayer Leverkusen. Porque después de ganar en el Villamarín mostrando solidez y contundencia durante tres cuartos del partido, lo lógico sería pensar que vamos a ganar a los alemanes y poner la vista en el definitivo duelo de Oporto, pero, amigo, lo mismo sale el Atleti apático de tantas tardes, se cae por el pozo de la desidia y la frustración y caemos en picado a la eliminación de la Champions. Porque en esta montaña rusa, todo es posible.
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