jueves, 19 de abril de 2012

Memoria selectiva

A todos nos gusta barrer para casa. Lo de olvidar errores propios y reclamar los ajenos es algo que, a base de orgullo y rabia, hemos aprendido a vocear bien alto para que todos nos oigan. La mayoría de las veces no dejamos que la verdad nos estropee una bonita mentira y es por eso que cerramos los ojos para olvidar lo que es justo y abrimos la memoria para rescatar lo que consideramos como injusto. Es el problema de la memoria selectiva; tendemos a disfrazar la verdad con verdades a medias.

No era de extrañar que, una vez realizado el sorteo de cuartos y una vez los contendientes hubieron solventado su primer envite, la prensa, la memoria y la quemazón mental sacaran a relucir aquel famoso agarrón de Juanito a Zigic en el estertor de una eliminatoria que el Atleti solventó por el simple hecho de ser mejor que su rival. Dificilmente existe consuelo para los derrotados, no voy a decir yo aquí que no les entiendo, pero sí les voy a explicar por qué no comparto su ira ni sus objeciones.

Se escudan en que Villa era infalible en los lanzamientos desde los once metros. Vale, lo compro, no les voy a suscitar el supuesto de que, a lo mejor, De Gea le hubiese detenido el penalti al asturiano en caso de que el juez de área no hubiese cerrado los ojos y hubiese señalado lo que fue obvio y cristalino. Pero ¿Acaso nadie recuerda el tramo final de Forlán en aquella temporada? ¿Qué por qué recurro a esto? Muy sencillo. La memoria selectiva tiende a olvidar lo trivial para centrarse en lo escandaloso, pero yo opino que un fuera de juego mal señalado no es una trivialidad a la que no poder recurrir en caso de sentirte acorralado en el callejón de las excusas. Si no recuerdo mal, fueron tres las ocasiones en las que Forlán encaraba a César con la casi definitiva ventaja del mano a mano y en las tres se señaló un fuera de juego inexistente. Analizado el recurso, las pruebas de la acusación y los informes remisivos de los abogados defensores ¿Se puede decir que el Atleti pasó aquella eliminatoria gracias a los árbitros? De haberse señalado aquel clamoroso penalti, ahora seríamos nosotros los que anduviésemos llorando por las esquinas reclamando aquellos fueras de juego que mandaron al limbo tres ocasiones de gol. Hubiese sido un craso error. Llorar es de conformistas y mirar hacia adelante es de emprendedores. Nos encontramos ante un equipo herido y la daga es de doble filo; si caemos en su juego terminaremos por patalear y si terminamos pataleando es que habrá algo que no hemos hecho bien. Y ahora no hay margen para los errores. Tampoco para las excusas.

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