
Una sala de prensa llena de flashes, tres tipos que desconocen la historia, una historia prostituída, un recuerdo muy lejano, una añoranza perdida, un deseo imposible. Dos docenas de futbolistas trotando sobre un césped recién cortado, barrigas incipientes, papadas delatoras, sonrisas obligadas, ojos desacostumbrados a madrugar. Un entrenador en pantalón corto, las mismas caras, los mismos gestos, amigos mudos.
Portadas confusas, titulares inconclusos, la felicidad conservada en formol, la tristeza apartada en algún lugar de la cuneta, una carretera con curvas, un camino largo, un destino llamado incertidumbre. Sueños, apuestas, valor y al toro, apretones de manos, pronósticos inciertos, rayas rojas y blancas sobre una vieja camiseta con un escudo cosido en el lado del corazón. Nuevos jugadores, nuevas promesas que nos hacen soñar, viejas realidades que nos hacen bostezar y, en el trono, los mismos dueños que sesgan nuestras esperanzas. Vuelve el fútbol. Vuelve la verdad. Vuelve la mentira. Vuelve el Atleti.
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