jueves, 10 de enero de 2019

Esos ratos de desidia

Esos ratos de desidia matan al Atleti y nos matan a nosotros. Porque creemos estar viendo un partido y, de repente, vemos otro distinto. Y nos quedamos sin uñas, sin voz y sin ganas. Esos ratos de apatía en los que el rival toca y toca, llega y llega y el Atleti se empeña en regalar balones, en tirar pelotazos absurdos y en abocarse a la fe que suele profesar en su portero.

Sólo que ayer el portero era otro y se terminó notando. Un disparo colocado pero, en apariencia sencillo y que requería palomita y córner, terminó dentro de la portería. A esas alturas el Girona ya merecía su premio porque el Atleti se había desconectado. Y es que ocurrió lo siempre; arranque sólido, gol tempranero y guardar la ropa, porque para nadar, mejor aprovechar la corriente.

Y ayer el viento estaba en contra. Retórica y físicamente. La segunda parte, cholina mediante y viento a favor, el equipo creció en actitud. No fue poco. Pero no sirvió de mucho porque falta lucidez arriba y, sobre todo, falta remate. Adán, esta vez sí, vestido de Oblak, salvó una ocasión clarísima en la únicia llegada del Girona con peligro real. El resto fue un quiero y no puedo y la sensación de que oportunidades así no hay que dejarlas escapar. No es mal resultado, pero si tememos otro momento de desidia, es posible que terminemos por no fiarnos del todo.

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