
Liverpool fue una salvajada, una experiencia inolvidable, una historia para contar a los nietos, una hazaña que pasará de generación en generación cuando unos les cuenten a otros que un hubo un equipo que resistió al mejor ataque del mundo a base de suerte, paradas del portero y ese coraje y corazón que tan enfáticos se muestran en el himno.
Liverpool fue un madrugón con gusto, dos enlaces de avión y una hora en tren desde Manchester, fue unas pintas en The Cavern y The Albert, fueron fotos junto a John Lennon y Bill Shankly, fue una previa llena de cánticos y un calor en la grada con el que no se podía perder aunque se perdiese, fue una tormenta en el cielo y un relámpago en el alma, fue un alborozo general y fue, sobre todo, la confirmación de que el Atleti, gane o pierda, está por encima de todas las cosas.
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