
Porque este equipo ha dejado de creer. El lema del cholismo, ese que nos empujaba a tener fe hasta en los momentos más críticos, ha dejado de surtir efecto y, como en un efecto domino devastador, a medida que ellos dejen de creer nosotros seguiremos creyendo cada vez menos. El que jugó en San Mamés fue un equipo apático, apagado, sin condición y sin nervio. Un equipo al que le daba pereza tirar a portería.
Y ahora ¿Qué? El equipo se ha caído cuando aún quedan dos meses de competición. Mirar al futuro es un ejercicio de peligrosa conjeturación, más que nada porque este grupo aún merece un respeto y porque, más que nada, aún tienen por delante el trabajo de asegurar la clasificación para la próxima Champions. El día que llega todos los años ha llegado, ese puñetero día en el que maldices la hora en que te empezó a gustar el fútbol.
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