lunes, 18 de marzo de 2019

Ese día que llega todos los años

No nos engañemos. Este día termina llegando todos los años, lo que ocurre es que este año nos ha pillado tan de sopetón que no hemos tenido tiempo de digerir los disgustos. Andábamos aún deprimidos por la catástrofe de Turín y no quisimos ser conscientes de que en Bilbao nos jugábamos seguir queriendo ganar la liga. Pero volvió a salir cruz. O, más bien, jugamos con una moneda que sólo tenía cruces.

Porque este equipo ha dejado de creer. El lema del cholismo, ese que nos empujaba a tener fe hasta en los momentos más críticos, ha dejado de surtir efecto y, como en un efecto domino devastador, a medida que ellos dejen de creer nosotros seguiremos creyendo cada vez menos. El que jugó en San Mamés fue un equipo apático, apagado, sin condición y sin nervio. Un equipo al que le daba pereza tirar a portería.

Y ahora ¿Qué? El equipo se ha caído cuando aún quedan dos meses de competición. Mirar al futuro es un ejercicio de peligrosa conjeturación, más que nada porque este grupo aún merece un respeto y porque, más que nada, aún tienen por delante el trabajo de asegurar la clasificación para la próxima Champions. El día que llega todos los años ha llegado, ese puñetero día en el que maldices la hora en que te empezó a gustar el fútbol.

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