viernes, 10 de enero de 2020

Que la mentira no esconda la verdad

No fue mentira el resultado, ni la clasificación, ni la euforia, ni la probabilidad de aspirar a un título. No fue mentira la realidad porque lo que todos vimos es inconfundible y, sobre todo, imborrable, pero el partido del Atleti, en términos conceptuales, fue una mentira en el plano futbolístico y, sobre todo, en el plano competitivo.

No me gusta que mi equipo pierda, pero si hay algo que me molesta sobremanera es que mi equipo no compita. Durante setenta minutos, los que fueron desde el diez hasta el ochenta, el Atleti anduvo persiguiendo sombras olvidando que, para defender, hay que meter el pie, el cuerpo y hasta la cabeza. Intensidad, lo llaman. Fueron muchos los que loaron al Barça por su juego, pero cada vez que un futbolista del Barcelona recibía, no tenía encima a nadie y podía pensar qué pase era el idóneo. Ahora mismo, me da por creer que al Atleti le filtra pases entre líneas hasta el equipo de mi pueblo.

Pero claro, al calor del resultado, la euforia se desata y los más optimistas ya miran al derbi como si jugando así se le pudiese ganar a cualquiera. La mentira del resultado no debe esconder la verdad del juego y es que el Atleti, ayer, hizo un partido de mierda.

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