martes, 28 de enero de 2020

Depresión

El cambio de este equipo ha sido tan evidente que hasta lo que parecía imposible ha sucedido: el equipo ha caído en depresión. Si durante años demostró una capacidad de superación admirable así como una resistencia a pruebas de bombas ante las derrotas, ha tenido que venir una simple derrota por penaltis en la final del torneo menos importante cualitativamente, para que se hayan venido abajo, para que todos los muchos vicios hayan salido a tapar las pocas virtudes y se hayan despeñado por el precipicio de la nada.

Porque en el partido ante el Leganés, el equipo se pareció más que nunca al Atleti precholo que ni sabía jugar ni sabía competir. Atenazado por el miedo a perder y carcomido por las dudas entre ser o no ser, se dejó dominar por un equipo es descenso, sin ser capaz ya no sólo de dar tres pases seguidos, sino de presionar con un mínimo orden la salida del equipo rival.

Porque si algo ha ganado el Atleti con las últimas derrotas es miedo y si algo ha perdido con el miedo es la identidad. No le pudieron dos derrotas in extremis en la final de las finales, no le pudo la ansiedad de verse acosado en Barcelona, en Munich o en Londres, pero le ha podido una tanda de penaltis en la Supercopa. Deprimido, alicaído, temeroso y aturdido, el Atleti está en la lona y se encamina hacia el K.O. definitivo.


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