jueves, 2 de julio de 2020

Dar por dar

El Barça era el equipo que se jugaba la liga; era el equipo al que se le debería exigir colmillo, ambición y nervio. Jugaba en casa, sentía el aliento sobrepasado de un rival que le ha ganado puntos tras el parón y, además, tenía la obligación de ganar sí o sí si no quería descabalgar de un tren que llevaba rumbo al título pero que no ha hecho sino agregar paradas innecesarias.

El Atleti, sin embargo, llegaba al Camp Nou con gran parte de sus tareas hechas para jugar ante un equipo que no ha perdido un partido en casa desde hace varias temporadas, para enfrentarse a un equipo necesitado y con la tranquilidad de saberse en buena posición para alcanzar el objetivo de jugar la próxima edición de la Champions. Jugó con nervio, con interés, contraatacó con ganas y anduvo falto de esa finura que tanto le falla en el pase cuando parece que va a concretar la jugada.

Sin embargo, adivinen a qué entrenador se acusó de conformista y poco ambicioso, adivinen de quien dijeron que había dejado pasar una oportunidad, adivinen, en fin, a quien volvieron a dar por dar por el simple hecho de que su equipo no ganó el partido que ellos querían que ganase. Durante toda la temporada andan intentando decirle cómo debe jugar, intentando afearle las derrotas porque no les gusta que les compita y, sobre todo, intentando tirar por la borda su prestigio sacando a colación un salario que se ha ganado con creces.

Vuelven a afilar el dardo y vuelven a buscar su diana favorita tirando a ciegas, dando por el placer de dar, porque, aún fallando en el blanco, siempre habrá un momento en el que busquen el centro de la misma y se inventen un acierto. Porque ellos, los que dan por dar, nunca perderán esta partida.

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