
Pero faltó gol y faltó fútbol y cuando hubo una cosa no hubo la otra y así es muy difícil alcanzar una regularidad. Fue una temporada difícil, donde el equipo tuvo que hacer frente a muchas novedades y a la ausencia de tipos que tenían mucho peso en el vestuario. En tres años se habían ido marchando referentes como Gabi, Torres, Godín, Filipe o Juanfran, lo que es la vieja guardia pretoriana del emperador. Así es difícil volver a conquistar, lo peor es que, en algún partido, dio la impresión de no haber ganas de seguir conquistando.
Se acaba la liga donde los impacientes silbaron al Cholo y donde los ignorantes silbaron a Koke. La liga en la que Morata demostró su implicación pero su nulo olfato de gol, en la que Costa terminó de ser una esperanza para convertirse en desesperanza y en la que Lemar y Vitolo se convirtieron, de una vez por todas, en deshechos de tienta. Se sigue esperando a Joao Félix y se sigue esperando, sobre todo, un timón en el medio y un killer arriba. Sin ello, la próxima temporada volverá a ser un quiero y no puedo. Y regresarán los silbidos, los malos gestos y, una vez más, la desesperación.
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