lunes, 13 de julio de 2020

Ocho años

Durante años, cuando la Uefa abrió la Champions hasta a cuatro participantes de la liga española, fuimos viendo como por la competición pasaban el Athletic de Bilbao, el Mallorca, el Villarreal, el Celta de Vigo, el Betis o la Real Sociedad. Fuimos comprobando, además, como Valencia, e incluso Sevilla, se iban haciendo asiduos a la competición y, mientras tanto, el Atleti jugaba la Intertoto y tampoco era capaz de ganarla. Eran años en los que el equipo jugaba mal y no se pregonaba en los medios, en los que era un equipo simpático porque no tocaba las narices y, era además, un desastre de gestión debido a la herencia que Gil y familia había dejado en las arcas del club.

En manera de gestión, el equipo, aún con la familia Gil al frente sigue siendo un desastre, pero ahora sí se dice que el equipo juega mal en todos los medios y ahora sí que tocamos las narices y a causa de ellos nos recuerda cada día el suelo de nuestro entrenador ¿Qué ocurre ahora? Que ahora sí jugamos Champions, que ahora sí competimos, que ahora, después de años atravesando el desierto, nos hemos instalado en una élite que, los portadores del lujo y la exclusividad, creían como propia. Ahora tenemos a Simeone, tenemos un equipo que compite y tenemos, sobre todo, a un director de orquesta que sabe reinventarse porque le obligan y porque ve un reto tras cada esquina.

"Sí, pero no habéis peleado la liga", nos dicen ahora. Como si fuese fácil pelear contra dos equipos que juegan sin límite de deuda, que cuentan con ayudas institucionales, que reciben más dinero que nadie por decreto, que fichan a lo mejor sin desprenderse de nadie. Como si fuese fácil pelear la liga después de haber vendido a Griezmann, a Godín, a Lucas y a Rodri y tener que reinventar un nuevo equipo con jugadores jóvenes, sin mediocentro y sin un goleador fiable. Y aún así, otro año más entre los cuatro primeros. Y van ocho. Demasiado poco cobra el entrenador.

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