miércoles, 13 de abril de 2011

Cercenadores de ilusión

Nada provoca más alegría al aficionado al fútbol que los éxitos de los futbolistas que han mamado la filosofía del club desde pequeños. En una mirada, en un gesto, en una acción, no tardamos en cerciorarnos de que el ADN impreso en su piel es el mismo que a nosotros nos arrebata el alma cada domingo.

Para cualquier seguidor del Atleti, una parada de David De Gea vale el doble porque en cada estirada sobreviven las esquirlas de cientos de partidos en campos de arena, cientos de madrugones para ir a entrenar, decenas de exámenes en el limbo por preparar un partido y muchas tardes de sábado con el pensamiento de fiesta y el cuerpo en la cama. Todos esos esfuerzos, por realizarse en pos de un objetivo, son aplaudidos cada domingo porque todos sabemos lo que cuesta llegar y la exigencia que se pide a cambio de mantenerse.

Como en este club de buena gestión sabemos lo mismo que Gadafi de democracia, los ilegítimos dueños del club han señalado su mirada con el símbolo del dolar y cual tío gilito hambriento de money, han escuchado las ofertas del mejor postor. El chaval, que desde pequeño ha cocinado su espíritu en rojiblanco, sabe que este escudo está de capa caída, que los que lo han ensuciado no le han ofrecido su hombro cuando lo han necesitado y que hay trenes que solamente pasan una vez en la vida.

Como estamos acostumbrados a las mentiras y a los desmentidos que vislumbran verdades, volvemos a incomodarnos en la cama una vez más mientras intentamos conciliar un sueño que no llega. Y no llega porque dos tipos que no entienden la historia de una institución han vuelto a cercenar nuestra ilusión y han decidido que billetes frescos para su bolsillo y uno de los nuestros, una vez más, empaquetado, y con lacito, de camino a Inglaterra.

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