domingo, 17 de abril de 2011

Era el día

Era el día para intentar reconciliar a la afición con la esperanza de haber intentado algo, era el día para haber afrontado un objetivo, era el día para dejar atrás a un rival en la pelea, era el día para ganar un goal average, era el día para distanciar al Sevilla, era el día para poner coto al Athletic, era el día para consolidarse como aspirante en firme a estar en Europa la próxima temporada. Pero no fue el día de nada.

No fue el día de nada porque la defensa volvió a manchar el buen trabajo de la delantera, porque el centro de campo se dispersó tras las ventajas y no supo acaudillar la pelota, porque Reyes volvió a su recital de nada cada vez que juega un partido fuera de casa, porque se lesionó Koke y tuvimos que tragar de nuevo con un Raúl García que ni juega ni deja jugar, porque a Agüero le sigue faltando un socio por más que Diego Costa ponga empeño en la consecución de la enmienda.

Era el día para cicatrizar una herida que comenzó a sangrar después de haber salido derrotados contra el Espanyol en la primera vuelta. Aquel día, antes de recibir a los pericos, el equipo había goleado en Anoeta dejando excelentes sensaciones y afrontaba el final de la primera vuelta en buena posición para afrontar la Champions y con lo más complicado del calendario en el departamento de la ropa sucia. Aquel día, mientras se jugaba contra el Espanyol, el equipo dio el callo, el sudor y el fútbol necesario para ganar y se acabó perdiendo. Aquel día, tras la derrota contra el Espanyol, el equipo perdió el norte, las expectativas y la ilusión y comenzó una sangría que tuvo punto de partida el jueves siguiente con una derrota inesperada y bochornosa ante el Aris de Salónica. Ayer era el día para despertar de la pesadilla y poner rumbo a nuevo sueño. Pero ayer fue el día de la marmota. Otra vez lo mismo de siempre.

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