
Hace veinticuatro años murió una institución carismática, valiente y seria y se formó una sociedad (posteriormente anónima) ridícula, temerosa y frívola. Un hombre sin pasado quiso publicitar su imagen y robó el Atlético de Madrid para convertirlo en una sucursal de sus propios tejemanejes. Con los años, el equipo perdió toda la autonomía y pasó a ser su coto privado. Se empequeñeció, perdió prestigio y se acostumbró a perder. Durante veinticuatro años el equipo ganó una liga y tres copas, descendió a segunda división, fue humillado en "el infierno", acumuló diez años sin jugar una final y catorce sin ganar un título. Se convirtió en una chanza y los que antes le respetaban ahora se burlan en sus narices. La prensa le ha empequeñecido, cualquier equipo es capaz de asaltar el Vicente Calderón, pierde todos los derbis y celebra los cuartos puestos.
Hoy toca felicitar a todos los aficionados del Club Atlético de Madrid, ciento ocho años de orgullo no los cumple cualquiera. Y toca dar el pésame a los anestesidados seguidores del Altético de Madrid Sociedad Anónima Deportiva, mientros ellos sigan durmiendo, su equipo no despertará en la vida.
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