
Pero yo no perdono nada. No perdono que el equipo no quiera ganar, que no quiera tener vergüenza, que no meta la pierna, que no busque al compañero, que no juegue al fútbol. No perdono que todos los años, llegado el mes de mayo, me vea obligado a mirar hacia el siguiente agosto para apostar en qué mes de la temporada habremos vuelto a tirar la temporada a la basura, no perdono que equipos que hasta hace poco nos respetaban ahora apunten su partido contra nosotros como su mejor oportunidad para la victoria, no perdono que el Kun se aburre, no perdono que mi padre haya perdido la ilusión por ver al Atleti.
Hay padres, hay hijos, hay abuelos, nietos, primos, tios, sobrinos, hay una legión de fieles que cada año vuelven a renegar, hay una generación hastiada, hay una panda de locos que, no sé sabe por qué, vuelven a creer. Hay miles de corazones rotos, cientos de almas encendidas y muchas gargantas gritando al cielo ¿Pero estos de qué van?
No hay comentarios:
Publicar un comentario