martes, 3 de mayo de 2011

Nuestra única suerte

No es un equipo el Atleti que mantenga una fiel relación con la suerte en los últimos tiempos. Principalmente porque la suerte hay que trabajarla y, prioritariamente, porque en fútbol, suerte y talento suelen ser dos conceptos que caminan agarrados de la mano.

Como de talento andamos escasos, lo único que nos queda es remar contracorriente, esperar un destello, ver la luz y celebrar las alegrías porque, generalmente, duran poco. Dentro de esos destellos de calidad, dentro de esas fuentes inagotables de talento, encontramos la estela imborrable del Kun Agüero. El Kun es, a día de hoy, no solamente nuestro mejor jugador sino un faro que alumbra, un genio que inventa, un mago que practica sus trucos de área grande, un pequeño mesías que, gol a gol, nos lleva, despacito, hacia el camino europeo.

A día de hoy, secuestrados como estamos en manos de dos dueños ilegítimos, acordonados al pasado y sin visos de futuro halagüeño, enfrascados en dudas, nostálgicos ante lo que fuimos, reñidos con nosotros mismos, nuestra única suerte es poder disfrutar de Sergio Agüero cada domingo. Pero la suerte no suele acompañar toda la vida a quienes juegan a la ruleta de forma suicida. No vale todo al diez, par y pasa. No vale Europa sólo por el Kun. No vale suerte de un suspiro porque al final la suerte, el diez, el Kun y Europa terminan, como tantas otras cosas, en el cajon de los recuerdos.

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