jueves, 26 de mayo de 2011

El hombre que sabía demasiado

Algunos aún podemos recordar a Daniel Gelin, agonizante y en brazos de James Stewart, confesando una conspiración perpretada con el fin de asesinar el primer ministro inglés. En "El hombre que sabía demasiado", Hitchcock nos presentó una escena de angustia en la que el debate entre el deber y el honor persigue al protagonista durante toda la pelicula. El hombre, Ben MacKenna, sabe, calla y busca una solución. Ante los que quieren su cabeza responde con silencio, ante los que retienen a su hijo, responde con valentía.
 
Enrique Cerezo no es Ben MacKenna por más que se haya pasado media vida en la parte trasera de los platós de películas. Tampoco hubiese producido nunca una película como la de Hitchcock porque lo suyo son los temas más procaces como "Desde que amanece apetece" o "la daga de Rasputín". Sí algo tiene en común con el protagonista del film de 1956 es que también sabe demasiado, pero él, al contrario que James Stewart, no responde con valentía si no con mentiras.

Cada vez que recibe una pregunta, cada vez que le alumbran con una noticia, cada vez que le abruman con un rumor, el presidente del Atlético se desmarca con la misma mirada de hijo tonto, la misma cara de empate a cero y los mismos chascarrillos de partida de dominó. Dice no saber nada y no dice nada de lo que sabe. Ni sabe el precio de las cláusulas, ni sabe la intención de los futbolistas de su equipo por emprender nuevas aventuras, ni sabe qué entrenador dirigirá al Atleti, ni sabe qué pasará con el club después de las últimas sentencias judiciales. No sabe nada pero lo sabe todo. Sabe contar billetes, sabe subir el precio de los abonos, sabe matar a un club centenario y sabe filtrar sus cortinas de humo a sus periodistas de cámara. También sabe dar la cara, y eso le honra. Y también sabe en qué equipo jugará Agüero la próxima temporada, y cuánto dinero recibirán por De Gea, y por qué Toni y Kiko no han querido arrimarse a su sombra. Él es el hombre que sabe demasiado, aunque en su acercamiento al mundo del cine haya aprendido algunas técnicas de actuación. No es James Stewart, pero el papel de hacerse el tonto, hay que reconocerlo, lo hace bien.

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