
Nunca fui de los que pedí goles a mansalva en los partidos de pretemporada, siempre fui consciente de la categoría de ensayo que tienen estos torneos de tercer nivel, pero una cosa es perder un partido y otra cosa es reírse de la gente. Solamente con pensar que algún niño granadino hubiese pedido a su padre que le llevase al campo para ver al Atleti, debería haber provocado una corriente interna en cada uno de los jugadores. Se juega como se entrena, dicen los entendidos. Pues bien, si estos partidos son considerados como un entrenamiento de cara a la temporada, entonces podemos concluir que el Atleti no sabe ni entrenar.
Lo del primer partido hubiese tenido un pase si no hubiese sido porque el Granada aún estaba de vacaciones. Apenas unos días después de emborracharse por el ascenso y tres días después de cambiar la playa por los petos, el equipo superior parecía el local y el sparring parecía ese equipo que un día fue grande y hoy solamente pasea su desprestigio por los campos de Dios. Pero peor aún fue lo del Besiktas; la lección de apatía que mostraron Mario Suárez, Antonio López y Adrián es para ponerlos contra la pared y hacerles copiar mil veces qué no se debe hacer en un campo de fútbol. El resto, en su línea, desorganizados y faltos de nivel. Excepto César y Pedro. Pero ya se sabe, en el funcionamiento del club, joven y cantera son dos conceptos que no casan.
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