lunes, 8 de agosto de 2011

Un pequeño atisbo de lo que les espera

Reconozco que el principal motivo por el que ayer me senté frente al televisor para visionar la Community Shield era la de poder juzgar, a posteriori, las evoluciones de Sergio Agüero y David De Gea. Otrora ídolos de la grada rojiblanca, los dos se marcharon como proscritos y en su ambiente pervive el aura de un desengaño que puede provocar que, tras cada pequeño fracaso, haya una pequeña sonrisa.

De Gea, como rojiblanco, siempre fue un tipo frío, calculador y fiable, pero poco atrevido. Regularmente pecaba de confianza y prefería guardar su área antes de buscar una pelota en la cabeza de un rematador. Fiar todo el trabajo a la audacia de tu compañero, suele traer como consecuencia una mala sorpresa, una reprimenda de vestuario y un runrún sobre el eco de la tribuna. En un campeonato en el que el balón aéreo y la jugada de estrategia son signos de identidad, De Gea deberá aprender a buscarse la vida más allá de los palos, a aguantar la respiración, a palmear la pelota y a levantarse por encima de los tanques aéreos que sobrevolarán por su zona de influencia más de una docena de veces por partido.

A Agüero ni le vimos. Encorsetado en un esquema en el que prima el rigor y la nada por encima del talento, el City se ve abocado a los chispazos de sus estrellas para poder encontrar una sonrisa en el rostro de sus aficionados. Ni un dos a cero le sirve para vivir tranquilo porque el equipo no está hecho ni para contragolpear. Anudado en un centro del campo que no sabe mezclar y dependiendo en exceso de un Silva que ve pasar el balón de largo en la mayoría de las jugadas, el equipo se convierte en una sucursal del aburrimiento y en un desperdicio para la esperanza. A Agüero le espera un equipo que no juega para nadie y un entrenador que no sabe a qué quiere que juega su equipo. El aviso para navegantes, va también para aquel que escupió en el escudo que vistió: queda muy bonito decir que el City es mucho más que el Atlético; las palabras son fáciles de apoyar cuando los ojos se nublan ante el lujo, pero si el dinero puede comprar las aspiraciones, jamás podrá comprar la grandeza deportiva. A Agüero le espera un monstruoso proyecto, pero también un equipo acomplejado. Si se aburre, que no pase por ventanilla, porque nadie va a atender sus quejas.

1 comentario:

Emilio dijo...

Aún así, Don Pablo, creo que De Gea acabará evolucionando pero le costará mucho. Tiene que aprender en un campeonato que va a poner a prueba su aspecto más flojo, dominar el espacio aéreo de su área. Eso sí, ayer se comió los dos goles, especialmente el segundo.

En cuanto al otro, creo que a medida que pase el tiempo, se dará cuenta de su error y de que sus formas le han empujado a ir a donde no quería. Fíjese que tal vez se devalúe por tener que compartir minutos con otros delanteros en un equipo que no es dado a alegrías. Fíjese que tal vez nunca llega a ser el jugador que pudiera haber sido. En el pecado lleva la penitencia, por supuesto.

Un saludo