
De Gea, como rojiblanco, siempre fue un tipo frío, calculador y fiable, pero poco atrevido. Regularmente pecaba de confianza y prefería guardar su área antes de buscar una pelota en la cabeza de un rematador. Fiar todo el trabajo a la audacia de tu compañero, suele traer como consecuencia una mala sorpresa, una reprimenda de vestuario y un runrún sobre el eco de la tribuna. En un campeonato en el que el balón aéreo y la jugada de estrategia son signos de identidad, De Gea deberá aprender a buscarse la vida más allá de los palos, a aguantar la respiración, a palmear la pelota y a levantarse por encima de los tanques aéreos que sobrevolarán por su zona de influencia más de una docena de veces por partido.
A Agüero ni le vimos. Encorsetado en un esquema en el que prima el rigor y la nada por encima del talento, el City se ve abocado a los chispazos de sus estrellas para poder encontrar una sonrisa en el rostro de sus aficionados. Ni un dos a cero le sirve para vivir tranquilo porque el equipo no está hecho ni para contragolpear. Anudado en un centro del campo que no sabe mezclar y dependiendo en exceso de un Silva que ve pasar el balón de largo en la mayoría de las jugadas, el equipo se convierte en una sucursal del aburrimiento y en un desperdicio para la esperanza. A Agüero le espera un equipo que no juega para nadie y un entrenador que no sabe a qué quiere que juega su equipo. El aviso para navegantes, va también para aquel que escupió en el escudo que vistió: queda muy bonito decir que el City es mucho más que el Atlético; las palabras son fáciles de apoyar cuando los ojos se nublan ante el lujo, pero si el dinero puede comprar las aspiraciones, jamás podrá comprar la grandeza deportiva. A Agüero le espera un monstruoso proyecto, pero también un equipo acomplejado. Si se aburre, que no pase por ventanilla, porque nadie va a atender sus quejas.
1 comentario:
Aún así, Don Pablo, creo que De Gea acabará evolucionando pero le costará mucho. Tiene que aprender en un campeonato que va a poner a prueba su aspecto más flojo, dominar el espacio aéreo de su área. Eso sí, ayer se comió los dos goles, especialmente el segundo.
En cuanto al otro, creo que a medida que pase el tiempo, se dará cuenta de su error y de que sus formas le han empujado a ir a donde no quería. Fíjese que tal vez se devalúe por tener que compartir minutos con otros delanteros en un equipo que no es dado a alegrías. Fíjese que tal vez nunca llega a ser el jugador que pudiera haber sido. En el pecado lleva la penitencia, por supuesto.
Un saludo
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