lunes, 6 de febrero de 2012

Doble rasero

Que conste, en primera instancia, que estoy a muerte con el Cholo. Nunca he sido un tipo especialmente censurador del entrenador que nos ha ido tocando. Excepto con Aguirre, cuyo fútbol me hastiaba, he sido demasiado comprensivo con el mismo, llegando a sentir cierta lástima en sus presentaciones sabiendo que terminarían en el cadalso como un pagafantas más, señalado por la prensa, inculpado por la afición y ejecutado por una directiva a la que gusta mirar a otro lado para que sus adláteres también desvíen la mirada.

Estoy con el Cholo a muerte pero no voy a dejar pasar detalles que con Manzano eran considerados pecados capitales y con Simeone son promesas de lujo que están por venir. No hay que remontarse mucho más atrás en el tiempo para encontrar el partido contra el Betis y como el Calderón estalló en ira cuando el entrenador sustituyó a Arda y a Diego. Ayer, con cambios similares; Ole, ole ole. No hay que cambiar de ciudad para encontrar un equipo rival de élite y rememorar la docena de ocasiones claras que falló el equipo en su encuentro contra el Sevilla. A Manzaron le mataron, ayer, por un empate con tres ocasiones, Ole, ole, ole. No hacía mucho que se recriminaba al equipo que perdiese el balón en zonas conflictivas, que no arriesgase en la imaginación y no encontrase la profundidad; ayer se abusó del balón en largo hacia Falcao sin acompañantes que corriesen el contraataque, pero Ole, ole, ole.

Sigo diciendo que estoy con el Cholo a muerte como también estuve a muerte con Manzano. Manzano murió de inanición porque nadie le dio dos días de alimento ya que al primero ya le habían matado. Manzano murió de dudas, de incertidumbre, de una lenta agonía. Murió sin dignidad por un puñado de euros y dejó un equipo muerto porque nadie le había tendido una mano. Hubiese necesitado al menos una de las muchas que sí le han tendido a Simeone desde el primer día. Es el injusto enclave del doble rasero; a uno le matan porque sí y al otro le adoran por ser ídolo. Y eso sin haber hecho nada.

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