jueves, 16 de febrero de 2012

La única opción que nos queda

La Europa League es un caramelo apetitoso. Ya lo pudimos comprobar hace un par de temporadas cuando, tras las tempestades llegó la calma en forma de trofeo; teníamos tanta hambre de gloria y tanta sed de triunfo que no dudamos en desdoblar las camisetas guardadas en el fondo de un cajón y lanzarnos a la calle para festejar nuestra victoria. Es lo que tiene la ilusión cumplida; la máquina de los deseos se pone en funcionamiento, a la pelotita le da por entrar en la portería y el camino hacia la felicidad se convierte en una cuesta abajo con escaleras mecánicas.

Una vez que hemos comprobado lo divertido que resulta ganar, hay que reactivar la memoria, resetear la conciencia y ponerse a punto para este último asalto porque una vez más, la Europa League, es la única opción que nos queda. Convertida la liga en una quimera inalcanzable donde solamente hay menú y postre para dos equipos, y tirada la copa del Rey a la basura por la incapacidad de una directiva que no supo decir que no a tiempo a un entrenador en cuyos métodos ya no creía nadie dentro de la plantilla, una victoria sonada en la Europa League se convierte en motivo más que suficiente para retomar las ganas de seguir soñando.

El rival tiene nombre, un glorioso pasado reciente y una afrenta en su muesca que nos debemos cobrar. Aún recuerdo aquel cero a cero en Roma con Cristian Díaz intentado hacerle la vida imposible a Alen Boksic. Ha pasado tanto tiempo de aquello que nadie se acuerda de "el camioncito", lo cierto es que no volvió a aparecer por las alineaciones rojiblancas y, como tantos otros nombres e impostores, terminó perdido en el abismo de las promesas pendientes. Simeone habla de un partido de ciento ochenta minutos y de no encajar un gol, la Lazio no es la alegría de la huerta y supongo que a ninguno le disgustará el empate a cero. No es un buen aliciente para ver el partido pero, puestos a soñar de nuevo, no creo que ninguno tengamos ganas de perdérnoslo. A gastar el último cartucho, no nos quedan más.

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