lunes, 20 de febrero de 2012

Mitificando porteros

Hace tan sólo dos semanas, Toño y Juan Pablo eran dos jornaleros del fútbol, dos tipos discretos, sin actuaciones asombrosas ni pifias habituales que les convirtiesen en presa de foto de la jornada, dos porteros de oficio, sobrios, serios, sin alardes, que el Atleti ha convertido en internacionales. Parecía que no se podía repetir la historia pero sí, el equipo buscó la victoria hasta el final en El Molinón e, igual que en El Sardinero, se estrelló una y otra vez contra el portero rival.

Y eso que el partido no fue igual al de la semana pasada. Fue más feo, más hosco, más parecido al de Pamplona que al de Santander. Nunca tuve a Clemente por un excelso estratega pero lo cierto es que tramó un partido de choque, de empuje, con balones cruzados a sus exteriores y fiando su peligro al balón parado y, durante muchas fases, caímos en su juego. De una de esas tantas faltas cometidas en las inmediaciones del área propia llegó el gol rival. Ya había avisado antes Gregory y no falló después Eguren. Todo gol sienta mal, si es un gol tonto sienta aún peor.

El guión de la película podía haber mutado al conformismo una vez que comprobamos que Diego no podía seguir jugando. Buscando profundidad, el Cholo había sacado a Salvio por un entonado Koke, fiando que de los pies del brasileño saldrían los balones necesarios para el Toto. No pudo ser, se marchó Diego y apareció Gabi (el cambio que ha experimentado el de Leganés con el Cholo es otro de los milagros que pararemos a analizar uno de estos días), y apareció, sorpresa, Eduardo Salvio. Suyos fueron los mejores balones a Falcao y de los disparos del colombiano nacieron las mejores paradas de Juan Pablo. Una vez más, dos puntos menos. Hay un motivo para estar tranquilo y es que el equipo ha encontrado un camino ¿Lo hay para impacientarse? La próxima jornada llega el Barça y ellos no te permiten ni un solo perdón.

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