
La prensa, ese cuarto poder que en Atleti pincha y corta hasta donde dejan las cuñas publicitarias y las colecciones de vajillas, anda preocupada en lavar la imagen del dueño del cortijo al tiempo que tratan de manosear a Cerezo mientras publican que ha sufrido una humillación. Quien sepa de humillaciones, debe saber lo que se siente cada lunes al regresar a la oficina y encontrar el rostro sonriente y sediento de sangre de cuatro compañeros madridistas.
La humillación, para los atléticos, es tener que soportar año tras año que un par de ineptos y sus secuacen nos desgobiernen, es depender de una mentira para poder ilusionarse, es comer con los ojos mientras se seca el estómago, es saber que la ruina no tiene fin. Para ellos, una humillación es verse en la picota, pero ellos nunca hacen autocrítica; prefieren huir hacia adelante, llamar a dos buenos amigos y sugerir dos titulares. Los de hoy es que todo ha cambiado, pero la verdad es que, mientras sigan ellos, aquí no va a cambiar nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario