jueves, 16 de junio de 2011

No hay nada

Nunca he sido de sueños imposibles, no me ha gustado nunca soñar más allá de lo posible porque he aprendido demasiado del dolor como para volver a ilusionarme a lo loco. Hace años, cuando era un jovencito con ganas de cantar goles y de presumir de equipo, dibujaba cada alineación de pretemporada en base a rumores y verdades y me imaginaba conquistando el Bernabéu como un rey católico que entra vencedor en Granada.

No ha sido así durante los últimos años. Desde que el gilismo fue confundiendo a la masa y de equipo respetado pasamos a convertirnos en chusma, desde que los comisionistas hicieron acto de presencia en el Calderón para buitrear cada verano y partirnos el corazón, desde que Gil Marín y Cerezo dan palos de ciego contra nuestras costillas, he aprendido a vivir en silencio, a rezar para evitar un nuevo ridículo y a bajar los brazos antes de tiempo.

Pero, con más malo que bueno, siempre había una pequeña roca a la que aferrarse en mitad del naufragio. Estuvo Torres, estuvo Agüero y ahora no hay nada. Me hundo en este mar de intranquilidad, en este océano tan desapacible, me ahogo llorando ante la mediocridad y no puedo decir que hay un motivo por el que fabricar un sueño de perfil bajo. No hay equipo, no hay ilusión, no hay voces contra la mentira. No hay nada.

No hay comentarios: