miércoles, 2 de mayo de 2018

Exceso de emoción

El exceso de emoción puede conducir al éxtasis prematuro, las espectativas, cuanto más altas, más difíciles de cumplir, porque en cada compromiso ajeno encontramos un motivo para comprometernos con nosotros mismos, porque la misión, cuánto más alentadora, se convierte, peligrosamente, en más suicida.

Le convendría al Atleti disputar el partido a velocida de crucero. No dejarse llevar por el éxtasis, no precipitarse por el exceso de adrenalina, no caer en la trampa de la ansiedad. Antes del pitido inicial, con cero a cero, el equipo está clasificado. Desde luego que no debe caer en la inercia de meterse atrás y aguantar un resultado durante noventa minutos, porque del agobio ajeno no viven los corazones propios, pero recordemos que ocurrió en otras ocasiones, cuando al equipo se le exigió al máximo y terminó agobiado por la responsabilidad.

El Atleti es un equipo fiable y en eso debe basar su probabilidad de pase a la final. Pese a los conatos de irregularidad con los que ha despertado este año del hermoso sueño de la complacencia, aún sigue identificándose como ese competidor brutal capaz de devorar a los aprendices de domador. Convendría taponar a los cerebros del Arsenal y dejar que, ellos sólos, se vayan ahogando en su propia orilla. Porque a ellos sí les acucia la ansiedad y ellos sí conocen la angustia. Su calidad nos puede dar un disgusto, en su irregularidad debemos basar nuestras armas y alimentar, así, nuestras esperanzas.

No hay comentarios: