
Pero el notable alto es una gran nota. El equipo ha terminado segundo después de casi treinta años, hemos vuelto a clasificarnos para la Champions por sexta temporada consecutiva y, sobre todo, hemos vuelto a Neptuno. Porque regresar al lugar de la fiesta es reencontrarse con uno mismo y reencontrarse con los objetivos. Los títulos, además de para saciar el ego, deben servir como trampolín para seguir creciendo. Y yo sigo creyendo en el hambre de este grupo.
Falta por dilucidar si esta nota tan excelente no se ve empañada con la marcha de nuestra estrella. Mantener a Griezmann supondría una confirmación y una realidad; que, como dijo el eslógan, podemos seguir soñando mientras otros duermen. Todo equipo necesita una estrella porque, todo equipo con estrella es un equipo campeón. O al menos el germen de ello. Y, por encima de todos, sigue el Cholo, el hombre que nos hizo creer. El hombre que se sigue exigiendo la mejor nota posible.
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